Originalmente, el Halloween es una celebración que significa la víspera del Día de Todos los Santos y llegó a Estados Unidos en el siglo XIX con los emigrantes que llegaron de Europa. El Halloween ya no es lo mismo.
La celebración original nació en la cultura Celta, esa que vivió en la Edad de Hierro por todo el continente Europeo, especialmente en las Islas Británicas, y que en el mes de octubre celebraban una fiesta especial llamada el Samhain, o ‘fiesta del fin del verano’, que coincidía con el fin de año celta.
Colombia
En Colombia, la fiesta de Halloween era para los niños y venía acompañada de disfraces, anteriormente eran más comunes los disfraces de monstruos, fantasmas, zombis y brujas. Hace unos 20 años, esta tendencia se unió a la de disfrazarse o personificar profesiones, por ejemplo: bombero, policía, médico, monja.
En la actualidad, ha cambiado, las personas se basan en tiras cómicas, personajes ficticios, superhéroes y las series de Netflix se han convertido en grandes protagonistas.
Tradición
Antes, era tradición que los niños salieran a pedir dulces a sus vecinos y ya en la noche, contaban uno a uno lo que habían recolectado, esta actividad se realizaba en su mismo barrio, en las casas aledañas.
Luego, esta tradición comenzó a modificarse, los padres decidieron que por cuestión de seguridad, era más conveniente llevar a sus niños disfrazados a los centros comerciales de la ciudad, esta práctica generó una nueva tendencia, como ya los padres y familiares hacían parte activa de la recolección de dulces, decidieron disfrazarse con sus hijos, fue así como empezamos a ver los performance y puestas en escena de familias completas que elegían una temática para acudir al centro comercial.
Protagonismo
En parte, la inclusión de los adultos en la fiesta le quitó protagonismo a los niños, además, anteriormente se asociaba este día con los niños y se le llamaba «El día de los niños o el día de los brujitos», pero con la declaración nacional de celebrar el Día de los Niños, el 30 de abril, que tiene como finalidad la fraternidad y la comprensión de la infancia en el mundo, y se realizan diferentes actividades para la promoción del bienestar y de los derechos de los niños, se separó la celebración de los niños de la de Halloween.
El Halloween ya no es lo mismo
Por esta razón, actualmente el Halloween es celebrado masivamente por los adultos, además, se fortalece con la iniciativa de las fiestas de disfraces de las discotecas locales, sumado a estas, los empleados de la mayoría de las empresas, comienzan a celebrarlo y se disfrazan desde días antes para atender el público.
Para adultos
Observamos que cada vez son más abundantes las fiestas de disfraces de adultos y cada vez son menos las fiestas para los niños, son muy escasas las familias que deciden acoger la otrora tradición de pedir confites en las casas vecinas, exhibiendo los disfraces de sus hijos, incluso, hasta las noches fueron cambiadas por el día, los niños salen desde temprano en la tarde y los adultos salen disfrazados en la noche.
Prueba de esto, es el excelente negocio en el que se ha convertido la venta y alquiler de disfraces para adultos, la oferta cada vez es mayor, reduciendo los disfraces de los niños a una copia a escala de los adultos. Además, la gente decora sus hogares con telarañas, fantasmas y calabazas durante todo el mes de octubre.
Nuevas tendencias
Las nuevas tendencias hacen que las tradiciones cambien, y que en vez de ver la ternura de las caritas maquilladas de los niños de nuestro vecindario, vemos a nuestros vecinos disfrazados de superhéroes y a las vecinas de conejitas, ratoncitas o mujeres maravilla, ya para qué compramos dulces si nadie viene a tocar a nuestra puerta, y el tradicional: «Trikki trikki Halloween, quiero dulces para mí» fue modificado por las canciones de reguetón de las fiestas de los adultos.
Caritas de felicidad
Personalmente, me emociona ver a los hijos de mis vecinos disfrazados y celebro a las familias que aún le dedican tiempo a recorrer las calles de nuestros barrios, a saludar a sus vecinos, me alegra ver cada año esa carita de felicidad de los niños cuando abren la tulita en la que recogen los dulces, todo eso me recuerda mi niñez y aquellos momentos en que no veía la hora de encontrarme con mis amigos para salir a pedir dulces.
Intento disfrutar de los pocos niños disfrazados que aún veo y me emociono por ello, porque posiblemente en unos años, ya ninguno se disfrace o lo hagan de manera virtual o definitivamente los adultos les robemos a los niños ese día de manera total.