El año 2018 traía consigo unas elecciones históricas, Juan Manuel Santos no solo entregaba la dirección de Colombia, sino también una nueva realidad construida sobre los pilares del Postconflicto, esto gracias al acuerdo de Paz logrado con las FARC y además unas negociaciones abiertas y en marcha con el ELN.
El ánimo no podía ser mejor, salían a la luz campañas alternativas que invitaban al cambio de paradigma gubernamental en nuestro territorio, específicamente eran Gustavo Petro, Sergio Fajardo y en menos medida pero sin perder importancia, Humberto de la Calle, los recuerdos de esos ambientes electorales eran un retrato de esos bonitos y que evocan nostalgia, donde los votantes de las tres campañas alternativas se encontraban se miraban con una sonrisa, se combinaban incluso en concentraciones de sus candidatos y se prometían un voto seguro sea quien sea en la segunda vuelta.
Sin embargo ocurrió un hecho que cambio todo el horizonte de unión de ese entonces, Petro pasaba a segunda vuelta para enfrentar a Iván Duque el candidato del uribismo, ese oficialismo político que amenazaba un proceso de paz que costó mucho tiempo, sangre y lagrimas poder realizarlo, ante este panorama, la espera optimista de gran parte de los votantes alternativos era que tanto de De La Calle y en mayor medida Sergio Fajardo anunciaran sus adhesiones a la campaña del candidato en ese entonces de la Colombia Humana, pero la respuesta fue triste y un golpe de la moral de los que buscan ese giro de 180 grados para nuestro país, un voto en blanco y un viaje a “ver ballenas”, una decisión que para el 2022, se vio reflejada en la estrepitosa caída de la imagen política del “presidente profesor”.
Sergio Fajardo fue uno de los primeros avisos de que Colombia podía cambiar y salir del letargo que en los últimos años había traído el uribismo, ya había demostrado sus credenciales siendo alcalde de Medellín con una muy alta aceptación, lidero esa esperanzadora Ola Verde siendo la formula vicepresidencial de Antanas Mockus, como gobernador de Antioquia también genero programas muy interesantes en todos los ámbitos, resaltando entre tantos de estos el Salón de la memoria en el Urabá que buscaba mediante un interesante proceso de catarsis colectiva el la dignificación de tantas personas que cayeron víctimas del conflicto armado.
Ese personaje que traía esos vientos de optimismo se fue diluyendo en estos últimos cuatros años, se individualizó mas en su figura que en las necesidades de país, trato de liderar unas banderas de Centro que claramente ya no le pertenecían y lo mas triste de todo fue generoso con el establecimiento y soberbio con las propuestas alternativas que se le parecían.
Su aviso de nuevo de votar en blanco a pesar de su disminuido peso político resulta igual o mas de cuestionable que el de hace cuatro años, porque antes de eso prefirió ir a feriar su capital político a una campaña tan diferente a su pensamiento como la de Rodolfo Hernández, fue triste para esa historia política que el marco y esos escenarios interesantes que el planteaba la manera en que el ex alcalde de Bucaramanga lo sacaba casi que a patadas de un posible acuerdo solo por irse a navegar en las mismas aguas que el oficialismo político de este país.
Hoy Sergio Fajardo tiene una deuda con el país, porque lastimosamente ya se le acabaron sus ahorros de credibilidad, esperemos en algún punto este a la altura de la realidad colombiana y la pague.