
Eduardo, será el seudónimo que usaremos en esta crónica para referirnos al testimonio de un firmante del Acuerdo de Paz con las FARC, que prefirió no dar su nombre por seguridad. Buscando razones para la paz.

Su relato inicia evocando una tragedia que vivió a sus 14 años cuando un grupo de paramilitares ingresó a su vereda que estaba ubicada en el Magdalena Medio y asesinaron a casi toda su familia, poco después decidiría voluntariamente unirse al que sería su frente durante los siguientes 25 años de su vida hasta que se firmó el Acuerdo.
Época
Eduardo recuerda estos años como una época muy dura en la cual sintió la muerte muy cerca, hace referencia a una lapso de su vida lleno de recuerdos, memorias y anécdotas difíciles.
Buscando razones para la paz
También recuerda la sensación de alegría y esperanza que sintió el 31 de enero de 2016, día en que él y su frente salieron del territorio donde estaban y llegaron a la Zona Veredal Transitoria de Normalización ubicada en el municipio de Remedios tras la firma del Acuerdo de Paz:
“Me acuerdo mucho de ese momento, cuando llegamos al espacio no encontramos absolutamente nada, era un terreno vacío, ahí nos dimos cuenta que nos iba tocar empezar de cero, pero poco a poco empezamos a construir nosotros mismos las casitas, los baños, y más adelante, construimos aulas, biblioteca, oficinas de almacenamiento de lo que producimos, construimos el espacio de transición nosotros mismos”.
Trabajo duro
Durante los años que permaneció en la Zona Transitoria, entendió que no iba a ser sencillo el trabajo, él y los demás firmantes intentaron rentabilizar varias labores agrícolas, pero se enfrentaban al hecho de que casi nada les producía ganancias, solo lo necesario para sobrevivir.
Sin embargo, más tarde y teniendo ya una diversidad significativa de producciones agrícolas como la piña, el plátano y la piscicultura, decidieron invertir algunos ahorros en ganado, teniendo la esperanza de que este, si les significara algún tipo de rentabilidad para vivir mejor, y así fue, Eduardo cuenta que en muy poco tiempo consiguieron 50 vacas
y 1 toro, una cantidad que fue creciendo progresivamente hasta el punto incluso de generar un excedente importante y verse en la necesidad de repartir en otras zonas y a algunos campesinos cercanos.
Nostalgia
La nostalgia aparece cuando narra las razones por las que tuvo que dejar este espacio: “a mí me dolió irme, pero me vi en obligación de hacerlo porque mi vida corría peligro, me contaron que en menos de una semana habían asesinado a varios ex miembros del frente del que yo hacía parte, yo me imaginé que a mí también me tenían en la mira porque cuando se dio la Firma de la Paz.
Yo fui el encargado de recibir todas las armas que se dejaron y entregarlas a los encargados del proceso, yo justo en esa misma semana iba a ir a un encuentro con otros firmantes para hablar de proyectos productivos pero desde allá, me avisaron que era mejor que no fuera porque había un grupo armado que nos iba a interceptar en el camino, ahí fue cuando decidí que no podía seguir ahí y tuve que venirme para Medellín a volver a empezar de cero”.
Actualidad
Hoy, Eduardo, como otros firmantes en Medellín, hacen parte de la Cooperativa Solidaria y también trabaja con el partido Comunes, es uno de los asistentes del Diplomado de Reinserción brindado por la Secretaría de La No-violencia y está convencido de que dejar las armas y reinsertarse en la sociedad civil es lo mejor que le ha pasado, defiende el proceso y siente que, aunque la implementación no ha sido completa y el Estado no les ha cumplido a cabalidad, espacios de aprendizaje como estos, los llena de certezas frente a la posibilidad de ser un ciudadano de bien que aporta a la sociedad.