Hablando de sexo y género, el poder que tiene el discurso para materializar sus efectos es coherente con el poder que tiene para concretar lo que es comprensible.
Por lo tanto no podemos entender la “performatividad” como una decisión voluntaria o arbitraria, ya en esta rigen normas que constituyen el poder que tiene el discurso de hacer realidad lo que nombra.
No categorizar
Concebir el “sexo” como algo categórico y fijo es afirmar que la identidad sexual de un sujeto es exigida y producida por algún tipo de poder regulador, representado en dichas normas, y que estas a su vez materializan los cuerpos como un efecto de ese mandato. (Judith Butler, Cuerpos que importan)
Sin normas
Los cuerpos no tienen normas per se, los cuerpos nacen sexuados (bien se puede nacer hombre, mujer o algún otro tipo de categoría biológica), y sin embargo las mentes carecen de él.
La mente es como un “papel en blanco”, uno que va siendo “rellenado” desde el momento en que se nace, es decir, los cuerpos nacen sin ideas, sin identidad y sin discursos, por lo tanto sin representación.
Hablando de sexo y género
La identidad
Para que se dé la materialización de la identidad de un cuerpo es necesario que este se inscriba, o no, en alguna categoría.
Bajo la idea de algún discurso regulador, y cuando digo: “o no”, me refiero a esos cuerpos con mentes cuyas identidades no se basan en la representación fija de alguna categoría, o que aunque lo estuviera, no estaría incluida dentro de las categorías fijadas bajo la sensación colectiva de lo que es “normal” o lo que es “correcto”.
Disidencia
La disidencia sexual es un concepto desarrollado en la última década por científicos sociales para nombrar y reivindicar identidades, prácticas culturales y movimientos políticos no alineados con la norma socialmente impuesta de la heterosexualidad.
Siendo también en muchos de los sentidos, la “visibilización” de lo invisible, es decir, la expresión viva de formas de relacionarse o de expresarse de las personas en relación a la construcción de su identidad y la representación de la misma.
Las mentes
Las mentes no tienen sexo, y los cuerpos a pesar de poseerlo en un nivel esencial, no hayan su expresión a menos de que la mente lo constituya así.
Es decir, las mentes y su subjetividad, moldean las representaciones y la materialidad de los cuerpos, lo que nos lleva a considerar el valor que tiene el entender que la construcción de las identidades de género son naturales.
Performatividad
Todas, en tanto no existen normas objetivas a cerca de las muchas posibles configuraciones que pueden existir entre cuerpo, mente, identidad y género-
Habiendo entendido ya que la performatividad de los cuerpos radica en la naturaleza misma de la diferencia y que por tanto no existe lo “normal” ni lo “objetivo”, sino lo disidente y lo subjetivo.