Hay lugares en el mundo donde el dolor ha aprendido a caminar con la gente, donde las heridas no han tenido tiempo de cerrar, pero aun así, cada día,
hombres, mujeres, niños y ancianos se levantan con el corazón encendido. Chocó es uno de esos lugares. No por resignación, sino por pura resistencia; Por amor a la vida. Por dignidad.
Este rincón del Pacífico colombiano ha sido uno de los más golpeados por el conflicto armado. No lo dicen solo las cifras, que ya de por sí estremecen — en los últimos años: más de 100 mil víctimas, el 80% de su población afectada por la violencia—, lo dice la mirada de quienes han perdido a sus seres queridos, de quienes han sido desplazados una y otra vez, de quienes aún hoy duermen con el miedo.
Pero también lo más poderoso y resiliente, lo dice la fuerza con la que el Chocó se niega a rendirse.
La gobernadora, Nubia Carolina Córdoba, lo dijo con el alma en una jornada que fue todo menos simbólica: «Nosotros no vivimos en época de posconflicto, no estamos reparando el ayer. Todos los días, infortunadamente, hay nuevas víctimas». Y es cierto, la violencia no ha terminado, las balas todavía retumban en algunas veredas, el silencio de muchas autoridades sigue siendo más fuerte que los gritos de auxilio.
Y sin embargo… Ahí estaba ella, caminando en la “Marcha del Silencio” por las calles de Quibdó, junto a cientos de víctimas que, con dignidad, exigían justicia y paz. Estuvo presente en la misa “Por la voz de las víctimas”, y en el acto simbólico en el Malecón, donde el dolor se convirtió en canto, en abrazo, en memoria viva.
Porque Chocó no se ha quedado esperando. Está haciendo memoria, está construyendo desde abajo, desde lo colectivo, desde el arte, desde la palabra, desde los saberes ancestrales; está demostrando que aquí no solo hay víctimas, aquí hay VALIENTES: Mujeres líderes que se han negado a abandonar sus territorios, jóvenes que usan la música como forma de resistencia, comunidades afro e indígenas que, a pesar de la exclusión histórica, siguen enseñándonos cómo se defiende la vida en comunidad.
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No es justo que el Chocó siga luchando solo, porque esta tierra también es Colombia, porque su gente también merece vivir sin miedo, porque la paz no puede ser solo un discurso en los micrófonos de Bogotá. tiene que ser una realidad en Istmina, en Bojayá, en Riosucio, en Quibdó y en todos esos lugares donde el conflicto ha sido cotidiano, pero donde también florece la esperanza con cada gesto de resistencia.
Hoy, más que nunca, el país debe voltear los ojos al Chocó, no para llorar por él, sino para caminar con él, para unir fuerzas, para escucharlo, para acompañarlo en este camino que no es fácil, pero que ya está en marcha, un camino valiente, digno, resiliente.
Porque si algo ha dejado claro este pueblo, es que no se trata solo de sobrevivir. Se trata de vivir. De sanar, de recordar sin miedo, de soñar, de abrazar el futuro sin olvidar a quienes se quedaron en el pasado. Chocó está de pie, y eso, en sí mismo, ya es una forma de victoria.
Chocó: donde el dolor no silencia la esperanza
💐#9DeAbril | Desde Quibdó conmemoramos el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto. #SusVocesSonMemoria pic.twitter.com/prWcc7mdN2
— Gobernación del Chocó (@GobChoco) April 9, 2025