Hace unos años, se introdujo en Colombia el 2CB, conocido como «Tuci,» una droga diseñada ilegalmente inicialmente para jóvenes de estratos altos que asistían a fiestas electrónicas. Aunque su precio en 2020 era de cien mil pesos el gramo y tenía un olor a fresa, estaba compuesto por bromo y dimetoxifeniletilamina, relacionados con el LSD, y no era de color rosado.
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Originalmente, el «Tuci» actúa como un depresor del sistema nervioso, liberando dopamina, serotonina y noradrenalina, causando somnolencia y disminución del dolor. A pesar de que fue introducido en Europa en la década de 1970, llegó a Colombia en 2006, impulsado por los «Pupy Narcos», que se especializan en drogas sintéticas.
A medida que su consumo se popularizó, los traficantes comenzaron a mezclar cocaína con éxtasis, analgésicos y otros componentes, dando origen al «Tuci brutal». Este nuevo cóctel se vende sin control en Medellín y el Valle de Aburrá, generando dependencia y efectos secundarios como taquicardia, dolor de cabeza y pérdida de coordinación.
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ONGs como Corpades y la Agencia de Prensa Análisis Urbano hacen un llamado a la conciencia, instando a los jóvenes a evitar este peligroso opiáceo, a los padres a estar alerta y a las autoridades a tomar medidas urgentes para detener el comercio del «Tuci brutal», desmantelar laboratorios y fortalecer la labor de inteligencia, ya que el crecimiento de la oferta y demanda sugiere fallas en las acciones institucionales.
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