Hace poco me encontraba haciendo una limpieza general de mi pequeña biblioteca personal y me encontré una cartilla llamada Manual para aprender a divertirse, escrita por Andrés Bissó.
Me detuve un momento y comencé a leerla, entre risas descubrí que funciona como un paso a paso o un abecé.
Las escaleras
Es decir, que según el manual, el entretenimiento tiene unas escaleras o niveles y él enseña a subirse a cada uno de ellas.
O sea, como unas escaleras de la diversión y que la meta es llegar a la número diez, que es más o menos como llegar al éxtasis.
Por ejemplo, si estás en una fiesta y aún no te han sacado a bailar y lo que estás tomando no te ha generado efectos secundarios, te encuentras en el escalón No. 2 de la diversión.
La escenografía
Dice Bissó que la decoración de los lugares de rumba, hacen que subas en el escalafón.
Aunque para mí, todos estos lugares son iguales, oscuros y empolvados.
Llenos de sillas incómodas y con telas colgando del techo, que hacen imposible la tarea de ponerte de pie sin tropezar con ellas.
Y ni hablar de la zona VIP, que es más oscura, alejada y costosa que todas las otras zonas del establecimiento.
La “Música”
La música que se escucha o mejor, la endiablada melodía que te insulta y te repite hasta el cansancio que no sirves sino para follar, estoy hablando del reguetón.
Es una tortura, no se puede hablar al ritmo de: Eso en cuatro no se vé o las 4 babys de Maluma.
Mi testimonio
Yo creo que siempre voy a estar en el escalón dos de la diversión, según el manual.
Un día haciendo caso omiso de mi aburrición y de mis prejuicios, y teniendo en cuenta que debemos: Anteponer los gustos de la mayoría a los nuestros, según la cartilla.
Decidí poner en práctica lo aprendido y repetir la frase que se encuentra en el numeral 4, que reza: Estoy hermosa y hoy es mi día, Estoy hermosa y hoy es mi día…etc.
Manual para aprender a divertirse
Noche de chicas
Teniendo en cuenta las estrategias de diversión, la cartilla recomienda tener una noche de chicas.
Aunque para mí, una noche de chicas no tiene nada que ver con humo, reguetón y bulla, sino la oportunidad de hablar de cosas banales, de amores, de problemas, de moda, de hombres.
Las típicas frases
Si al tedio que me generan estos lugares, debo sumarle el suplicio de entablar conversaciones sosas como:
¿Estudias o trabajas? Y ¿qué hace una mujer sola en un lugar como éste?
La verdad, prefiero hablar animadamente de política y de fútbol con el señor que vende los chicles en las afueras del lugar.
Me rindo
Definitivamente, no puedo con el reguetón, no sé bailar sin mirar a mi pareja.
No sé entablar conversaciones con personas que nunca volveré a ver, no sé subir esas escaleras de la diversión.
Por esta razón, no puedo hacerle caso al numeral 4 de la cartilla que dice:
Disimula si no te estás divirtiendo, porque si no la haces, te estarías devolviendo al escalón No. 1.