Admiro a quienes aprovecharon la cuarentena para hacer ejercicio, para conectarse con la necesidad de los demás y así mostrar su cara amable en las historias de sus redes sociales (espero que no solo en la web). Por mi parte agradezco porque me pude convertir en un ermitaño que observaba al mundo a través de Facebook, Instagram y Twitter (que raro un ermitaño con celular), no saben el placer se siente desconectarse parcialmente, tanto así que varias amistades reclamaron mi demora para responder a sus mensajes.
Por eso quisiera contarles mis reflexiones de estos ya casi dos meses de encierro:
- Los colombianos nos acostumbramos a vivir en medio de la tragedia, muestra de ello fue el optimismo con el que asumimos la cuarentena durante el primer mes, muchos mostraron resiliencia y empatía por quienes tienen necesidades, vivimos en un país que uno podría definir como unido entorno a la crisis; pero está el otro lado de la moneda, la falsa confianza por la cifra “bajita” de muertos, al parecer estuvimos esperando un apocalipsis zombi, y como no llegó todos se mostraron tranquilos y relajados frente al peligro.
- La fe es la manera en como el colombiano promedio intenta comprender los fenómenos complejos de asimilar para sí, es más fácil llamar a este virus y la pandemia que generó, como un deseo divino, y no como la muestra fehaciente de la errónea interacción con nuestro planeta, y a partir de allí replantear una convivencia armónica e innovadora con nuestra madre tierra que mitigue el daño ya hecho.
Resumiendo, si continuamos con esta loca carrera destructiva, en el futuro esta pandemia en la historia de la humanidad será recordada como algo leve, comparado con lo que nos depara el futuro ¿cierto que suena medio apocalíptico el asunto?
- La posverdad se convirtió en el fetiche especialmente de los mayores de 40 años, esa generación que nos enseñó a no confiar en desconocidos en la calle, son los mismos que replican información a través de cadenas con material inverosímil sobre las posibles curas o el origen del mencionado COVID19 como por ejemplo que, consumir alimentos con pH elevado de 5.5 para alcalinizar el cuerpo nos vuelve inmunes; que el virus es un invento de los mercados asiáticos para poder ponerse a la vanguardia, o a la inversa, que los norteamericanos lo propagaron para frenar la economía china; y para mí la más divertida de todas, que dentro de las vacunas vendrán unos microchips con los cuales nos comenzaran a dominar.
Más allá de lo hilarante o irritante que es recibir por parte de los grupos de WhatsApp o de algún familiar medio confundido con el tema este tipo de chats, la reflexión debería ser profunda, ¿por qué tanto nos cuesta comprender qué? aunque una información nos llegue tres, diez o cien veces no significa que sea cierta, es más, a veces tendríamos que dudar hasta de los supuestos medios oficiales. Pero el problema no radica en que la gente sea crédula, el tema está en que llevó a que muchos se tomaran este tema de la manera más relajada y desinformada.
- La gente se esfuerza por parecer chévere en redes sociales, y sin ánimo de generar haters ojalá se apropien de la máscara durante toda la jornada.
- Por último, estoy seguro que en Colombia la palabra innovación solo va a ser para la clase media, porque seguiremos viendo que los dueños (no sé de qué o de quien) no van a cambiar el modelo de salud, invertirán más en guerra, seguirán robándose la plata de los más pobres y van a continuar atemorizando con convertirnos no sé en qué país o modelo de estado que les sirva de chivo expiatorio. Por ultimo les recomiendo dialogar con sus papás y familiares sobre la veracidad de lo que compartimos en los celulares, y de las teorías que nos vamos tragando entero, al punto que nos ponemos en riesgo, recordando que el miedo es el arma más útil de manipulación. Ayudémonos a entender que no podemos recibir el confite (información) que provenga de cualquier extraño, es propicio para nuestra salud (mental y física).