Las elecciones regionales de este año representan un momento crucial para determinar el destino inmediato de nuestras tierras. En juego se encuentran principios fundamentales como la paz frente al conflicto, la democracia versus la censura. En esta encrucijada, se nos presenta la oportunidad de mirar hacia el futuro, de cambiar y mejorar, o de perpetuar el estado anómalo que afecta a nuestro país.
Dentro de esta dicotomía se halla el norte del Valle de Aburrá, una región de una belleza geográfica excepcional pero que ha sido sistemáticamente ignorada por los gobernantes, menospreciada por el área metropolitana y asediada por la creciente criminalidad que azota a la ciudad de Bello.
Bello ha sido el epicentro de innumerables problemas. Grupos armados han establecido su presencia en esta zona, propagando el hurto, la violación, la masacre, las fosas comunes, la prostitución y la inseguridad en los pueblos circundantes. Municipios como Barbosa, Girardota y Copacabana han sufrido las consecuencias de los malos gobiernos de su vecino, pues líderes dedicados al saqueo han sumido a Bello en una pobreza económica y moral de proporciones inimaginables.
Niños que padecen desnutrición crónica, ancianos sin acceso a alimentos o atención médica adecuada, jóvenes que estudian al aire libre y niñas atrapadas en las garras de proxenetas; las drogas y las balas que circulan por las calles de Bello han llevado a muchas personas a buscar refugio en los municipios del norte y más allá de sus fronteras. La criminalidad siempre tiende a expandirse hacia áreas cercanas y, posteriormente, hacia territorios más lejanos.
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En la actualidad, solo un hombre se alza como defensor del cambio en las elecciones locales de Bello. Los demás candidatos tienen conexiones directas con los gobernantes actuales o han formado parte de administraciones previas, caracterizadas por su complicidad con la mafia y su expolio de la riqueza de su propio pueblo.
Felipe Restrepo no pretende ser un salvador, pero su historial demuestra que es una persona comprometida que ha liderado los debates más relevantes en el concejo durante las últimas dos décadas. Aunque es poco probable que todo cambie de la noche a la mañana, su gobierno promete ser un período de transición hacia la democracia, la estabilidad económica y la paz en un municipio que, lamentablemente, ha sido considerado un mal ejemplo para las comunidades más allá de sus fronteras.
Si Bello cambia, ¡el Norte también!
Bello atesora un potencial turístico interesante, siendo el único municipio del área metropolitana donde se practica el parapentismo y contando con montañas ideales para el senderismo. Podría convertirse en una ciudad universitaria de referencia, atrayendo a jóvenes de San Pedro de los Milagros, Barbosa, Girardota y Copacabana.
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Bello necesita el respaldo del norte, y es esencial que nuestros amigos bellanitas comprendan que se les presenta una oportunidad única de cambio y transición. Es una oportunidad para que los grupos criminales se sometan a la ley, permitiendo así que podamos transitar por Bello sin temor a ser asaltados o acosados. Es nuestro deber en estos tres municipios del norte, tanto en beneficio de Bello como en el nuestro propio, respaldar a un candidato que nos devuelva la esperanza y con el cual nuestros alcaldes puedan colaborar para hacer del norte la mejor zona residencial del área metropolitana.