En estos tiempos de contingencia, de aislamiento de Ley Seca, de cuidados, de consumo moderado, se presenta el dilema del consumo de licor.
Defensores
Algunas personas sienten que les son vulnerados sus derechos, cuando las autoridades prohíben el consumo de licor en los sitios públicos, y hasta en los sitios privados.
La mayoría de ellos ven saludable para la salud mental, consumir unas copitas de vino o disfrutar de unos roncitos con los amigos, mientras se comparte una charla amena.
Otros creen que mientras el licor se ingiera con moderación y no se afecte a otros por el consumo, está bien.
Contradictores
Otros, por el contrario, piensan que el consumo de licor siempre va a estar relacionado a problemas de salud, peleas y riñas. Que nada bueno resulta de una borrachera
Para algunos, el licor es el detonante de los mayores problemas de convivencia y es un generador de violencia intrafamailiar, y mucho más para las mujeres
Algunos, incluso, han perdido todo lo que tenían por culpa del licor, sus familias, sus parejas, su trabajo.
El dilema del consumo de licor
Medidas que generan controversia
Claro está, que defensores y contradictores están de acuerdo que las medidas de ley seca, no siempre arrojan los resultados esperados.
Las licoreras, estanquillos y tiendas de barrio, afirman que las ventas de licor en épocas de ley seca, aumentan.
Y es claro, que entre más se prohíba algo, más se realiza. Esta premisa aplica para casi todo.
Datos
En lo que si debemos estar de acuerdo, es que los datos que se conocen, respecto al consumo de licor, favorecen los argumentos de los contradictores.
Según el más reciente estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas en Colombia, el 86% de la población general con edades entre 12 y 65 años ha consumido alcohol alguna vez en la vida.
Se ha encontrado mayor riesgo de accidentes de tránsito bajo los efectos del alcohol; las concentraciones plasmáticas de la sustancia están relacionadas con casos de mayor gravedad e incluso fatales.
El impacto mundial del consumo de alcohol se refleja en el hecho de que esta sustancia causa 3,3 millones de muertes al año, es decir, el 5,9% de todas las defunciones.