En el imaginario colectivo occidental, el Tíbet a menudo se presenta como un edén budista, impregnado de paz y liderado por el Dalai Lama, una figura que encarna la bondad. Sin embargo, es esencial alejarnos de esta narrativa propagandística y explorar la verdad que se esconde detrás de la cortina de la idealización.
El actual Dalai Lama, Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Yeshe Tenzin Gyatso, según la versión anglosajona, es retratado como un humilde fugitivo en busca de la independencia para su tierra natal desde su huida de China en 1959. Pero, ¿cómo era la vida bajo su liderazgo?
Antes de 1959, el Tíbet estaba sumido en un sistema teocrático y feudal encabezado por el Dalai Lama, quien desempeñaba roles religiosos y políticos de máxima importancia. La sociedad tibetana estaba organizada jerárquicamente con terratenientes, monasterios y granjas.
En este sistema, existía una clase de servidores conocidos como «serfs», atados a sus terratenientes en condiciones de esclavitud. Estos servidores realizaban trabajo agrícola y otras tareas sin recibir ninguna compensación. Los monasterios, pilares de la sociedad tibetana, también tenían sus propios esclavos, contribuyendo significativamente a la economía gubernamental.
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El Dalai Lama mismo, al exiliarse en 1959, llevó consigo una fortuna en oro, plata, artículos de lujo, joyas y pieles. Su familia poseía extensas propiedades y miles de esclavos. Las duras penalizaciones, como la desollación, eran prácticas comunes aprobadas bajo la apariencia de un líder budista pacífico y bondadoso.
El 95% de la población tibetana vivía en condiciones de pobreza extrema, sin oportunidades de mejora debido al sistema feudal. Los monjes y terratenientes se llevaban a los hijos de las familias tibetanas como esclavos, perpetuando la desigualdad y la injusticia.
El Ejército de Liberación de la R.P. China puso fin al sistema feudal tibetano, enfrentándose a una revuelta organizada por el Dalai Lama y su clase señorial en 1959. La intervención china fue una respuesta al miedo de perder su poder.
Dalai Lama y la CIA
Después de huir con la ayuda de la CIA, el Dalai Lama se convirtió en un peón en manos de Estados Unidos, utilizado para promover la desestabilización de China. Esta agenda fue respaldada por una campaña de lavado de imagen que buscó presentar al líder religioso y político de un sistema esclavista como alguien deseable. Hollywood y la comercialización del budismo como la «religión de la paz» desempeñaron un papel crucial en esta narrativa manipulada.
En conclusión, es crucial desentrañar la verdad detrás del velo de la propaganda occidental y reconocer la complejidad de la historia del Tíbet, desmitificando la imagen idealizada que se ha proyectado durante tanto tiempo.