Una de las cosas más difíciles en cultura es formar audiencias o ciudadanías culturales. Desde pequeños crecemos en ambientes donde prima la fiesta, el jolgorio y en muchos de nuestros hogares aprendemos eso. En la celebración de un bautizo, con algunas excepciones por supuesto, no puede faltar la garrafa de aguardiente en el comedor. Y el bebé, ese nuevo hijo de Dios, termina siendo un alma inocente de lo que pasa a su alrededor, pero que capta toda esa información y la procesa. Recordemos que lo que pasa en nuestra infancia entre los cero y los cinco años de edad, se queda de cero a siempre.
En fechas especiales, preferimos regalar licor que un libro y cuando el regalo es para nosotros, también preferimos que nos regalen licor y no un libro, porque simplemente nos enseñaron a apreciar más el licor, la fiesta, lo vanal, que la cultura.
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Cuando nuestros padres son muy hinchas de un equipo de fútbol, nos enseñan también a ser hinchas de ese equipo. Nos compran el uniforme del momento, nos llevan al estadio, nos hacen ver el partido. Pregunto: ¿será que hacemos lo mismo enseñando a nuestros hijos a ser hinchas de la cultura? ¿Será que nos llevan a apreciar una obra de teatro, un concierto de cámara, a disfrutar de una feria del libro o de una galería de pintura?
El reto de formar hinchas de la cultura
Hace poco le pedí a un grupo de estudiantes que hiciera una exposición sobre el tema: «Pautas para ser un buen lector» y me pareció muy importante el enfoque que le dieron. Decían que para ser un buen lector, «hay que estimularlo desde antes de nacer». Es así como en el proceso de gestación, nuestros padres nos deben leer cuentos, ponernos música de estimulación y propiciar ambientes sanos y tranquilos. Pero eso no siempre pasa. ¿Cómo nos estimulan en la realidad cuando estamos en el vientre? ¿Con las discusiones de nuestros padres? ¿Con fiestas como es nuestra tradición? ¿Celebrando el año nuevo con pólvora y el equipo a todo volúmen? ¿Con música dedicada al despecho y el desamor?
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Enamorarnos de la lectura, comienza desde antes de nacer. Es cierto. Pero cuando nacemos también. Nada mejor que leerles a nuestros hijos cuentos infantiles antes de dormir. Eso es ponerlos a soñar con los ojos abiertos. Pero a veces estamos cansados para leer cuentos y preferimos ver el reality del momento, o que tus hijos se terminen de criar con un celular.
Así que los invito a que enderecemos el camino y formemos audiencias culturales, ciudadanías culturales desde nuestras familias y entornos sociales. El mundo te lo agradecerá.
Quien consume cultura, alimenta el ser y el saber. Termino con esta frase del escritor estadounidense George R.R. Martin: «Un lector vive mil vidas antes de morir. La persona que nunca lee, vive solamente una.»