Nuestra expresión de solidaridad de manera especial con la Comisionada Lucía González y el Comisionado Leiner Palacio, con quiénes nos hemos sentido cercanos porque visitaron algunos de nuestros territorios, y con el padre Francisco De Roux, ante la ofensiva intervención a la que fueron sometidos por Álvaro Uribe y sus hijos.
En la comisionada Lucía se desconoció la palabra de mujer y su presencia en la historia. El ataque de uno de los hijos del político, expresaron el país patriarcal del hacendado y ganadero, del empresario intolerante y de los odios heredados. En el Comisionado Leiner Palacio nos reconocimos en la mirada de este país de los de arriba, que excluye, discrimina y que nos ve como “menores”, a veces como ignorantes.
En ustedes dos reconocimos ayer nuevamente el país de las exclusiones, el que nosotras y nosotros vivimos, pero también nuestra certeza que el horizonte de país en la verdad es la inclusión y la justicia transformante, lejos de la venganza.
Creemos en la buena fe con la que ustedes se acercaron al exmandatario y sus sanos propósitos por auscultar una voz o una posición para ser contrastada. Se trataba de una versión. Sin embargo, él definió el modo, la manera, el cómo y el escenario en el que demostró con vanidad y orgullo su poder, lleno de ocultamiento, encubrimiento, tergiversación. Era previsible lo que sucedió, el político nunca ha dado muestras de algo distinto a ser él, la verdad. Enceguecido por aduladores sin contacto con los afectados por sus decisiones, los cambios son inviables o un poco más difíciles. Quizás, hasta cuando parta de esta historia todo seguirá así o quizás cambie cuando desde su interior observando en los que le siguen de sangre, destrozos de vidas humanas o el sin sentido de más y más riqueza y poder.
Nada distinto esperábamos de la reunión de ayer, al saber que puso las reglas, su escenario de vida familiar, una de sus haciendas. Un acto de humildad de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad con un alto costo. En los territorios nuestro aprendizaje es que sin un punto de acuerdo que es vernos en nuestra condición humana, en el alma, como humanos, difícilmente se puede hacer un proceso hacia la verdad y justicia restauradora transformante. Este proceso va más allá de unas instituciones y sus rituales, la verdad requiere a la sociedad consciente de su responsabilidad para que la verdad sea expresión de cambios profundos.
Creemos que hay muchos aprendizajes sociales de todo eso y que puede quedar en su informe final. El primer aprendizaje, es que cualquier diálogo, y el diálogo por la verdad, debe partir de una buena disposición de todas y todos, y en particular de quiénes han ejercido poder con violencia o propiciándola. Se requieren acercamientos que van más allá de las relaciones interinstitucionales y personales de los comisionados. Se requiere de nosotros los que padecemos aún la violencia armada.
El exsenador aún está sin preparación espiritual y mental para la paz, sigue con el corazón del guerrero. La posición férrea e inmodificable de su ideologizada “verdad”. El dogma de la “Seguridad Democrática”, sigue ahí, ahora achacada en lo turbio a los soldados y militares, entre ellos a coroneles que se negaron a seguir esas directrices o algunos que han dicho la verdad de las presiones recibidas. Su amor ciego le permite usar adecuadamente la ganancia del plebiscito para concitar pasiones malsanas de la guerra, el autoritarismo para asegurar, ampliar y proteger riqueza de sectores muy poderosos nacionales e internacionales.
Un segundo aprendizaje para un futuro escenario de verdad, es la necesidad de la consulta y participación activa. Lamentamos que dicha reunión, como las que le han antecedido con Salvatore Mancuso y Timoleón Jiménez, Carlos Moreno se hayan realizado sin un diálogo amplio con diversos sectores de víctimas, incluso, con quienes hemos impulsado este tipo de acercamientos y quienes luego de estimularlos y haberlos realizado más privadamente hayamos sido excluidas.
Un tercer aprendizaje, los escenarios de enunciación de verdad no pueden ser los de los implicados, se requieren espacios físicos distintos, únicos y construidos como parte de un proceso. Un escenario de poder político es distante de la ética y de la interacción humana.
Hoy los asuntos que nos compete resolver como sociedad es apostar o no por la construcción de una paz integral y transversal que incluya las violencias socio políticas irresueltas, las contrainsurgentes y las violencias sociales. Seguir abordando la verdad o las verdades sin resolver los conflictos armados existentes es un sinsentido y algo insensato.
Un Informe Final creemos respetuosamente, debe incluir el fondo de lo ayer ocurrido e invitar a la sociedad a iniciar finalizado su mandato, a sumar esfuerzos por la paz, para crear un nuevo escenario de verdades con comisiones territoriales concretas en que todas y todos sean escuchados, retomando su experiencia como Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico, la Comisión Ética Internacional de la Verdad, los Tribunales de los Pueblos, entre otras.
Y, finalmente, ante el llamado a las amnistía e indultos, los olvidos y los perdones sin más, ayer propuestos, seguimos apostando por el derecho restaurador transformante del que pueden derivarse mesas y diálogos veredales, locales, regionales y nacionales de paz total con verdades y justicia restauradora transformante. Será un respeto al derecho internacional de los derechos humanos y el Estatuto de Roma, entre otros, principios de lucha contra la impunidad.
Esperamos que estas recomendaciones sean parte del Informe Final de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, a partir de los aprendizajes de estos días, y que en noviembre sus mensajes conclusivos, alienten en nuestros territorios lo que estamos haciendo, construyendo y siendo para que la paz con justicia social y ambiental sea una realidad. Su informe final será un buen “pare” para volver a barajar, en otro momento, de nuestra historia la continuidad de construcción de la verdad con garantías e inclusión de todos los que están en armas, la paz firmada en noviembre de 2016 fue importante pero sigue en crisis y ha sido limitada.
INFORMACIÓN SACADA DE: https://www.justiciaypazcolombia.com/cartabierta-29-por-la-verdad-y-la-justicia-restauradora-transformante/